El fascismo y lo urgente

Siempre he destacado la importancia que tiene contar a lo largo de la vida con buenos profesores y buenos jefes. También es cierto que es fundamental tener las antenas siempre bien orientadas y conectadas para captar y procesar enseñanzas e informaciones. En mi caso, puedo estar agradecido a que he tenido buenos referentes tanto en mi época formativa como en la profesional.

Pondré como ejemplo una ocasión, hace ya bastantes años pero que se me quedó grabada, en la que estaba reunido con mi jefe organizando la jornada laboral, cuando nos interrumpieron porque teníamos que dejar todo lo que estuviésemos haciendo para realizar un trabajo urgente. Cuando nos disponíamos a comenzar, se sucedieron en la siguiente media hora tres o cuatro interrupciones más, todas con encargos urgentes. Recuerdo que me puse nervioso, mientras contemplaba la mueca burlona de mi jefe quien, en cuanto nos volvimos a quedar solos y esbozando una media sonrisa, me dijo en tono pausado: «Tranquilo, cuando todo es urgente ya da igual y la supuesta urgencia pierde todo su sentido. Vamos a hacer todo lo que nos han encargado, pero siguiendo un orden, porque por muy urgente que sea todo, no podemos hacer cinco cosas a la vez.»

Esta anécdota viene a cuento porque, enlazando con el título del post, en los últimos tiempos una de las palabras más escuchadas es fascismo. Y no creo que nadie dude de que es urgente luchar contra el fascismo, por supuesto. Pero para eso habrá que definir claramente lo que es fascismo y cuáles son los comportamientos fascistas. Porque, siguiendo con el argumento de mi antiguo jefe, si todo es fascismo y utilizamos ese término para definir aquello con lo que no estamos de acuerdo o no encaja en nuestros estándares ideológicos, conseguiremos el efecto contrario y que nada sea fascismo, ni lo que realmente lo es.

Fascista no es que aquel que piensa distinto, sino que lo es quien no respeta que alguien no piense como nosotros. Y es que hay muchos que no aceptan el pluralismo político, uno de los pilares sobre los que se asienta la democracia, y eso sí que es fascismo. Y así hoy en día se ha llegado a calificar como fascistas, entre otros muchos, a González, Guerra y Leguina en el ámbito político, Sabina, Boadella y Serrat en el artístico, Savater, Trapiello y Cercas en el intelectual, o Nadal, Ramos y Gasol en el deportivo, simplemente por cometer la osadía de dar su opinión, en muchas ocasiones alejadas de lo que se ha llamado ‘lo políticamente correcto’. En fin, así están las cabezas de los que reparten los carnets de fascistas y de demócratas. Por cierto, a estos repartidores de carnets sí que es urgente tenerlos identificados y ya os imaginaréis cuál les daría yo.

Breve reflexión sobre democracia y libertad

“La democracia es la libertad constituida en gobierno, pues el verdadero gobierno no es más ni menos que la libertad organizada.” – Juan Bautista Alberdi, jurista, político y librepensador argentino del siglo XIX.

MAFALDA

Hace unos días se celebraron las elecciones a la Comunidad de Madrid. Unas elecciones imprevistas, motivadas por extraños movimientos del tablero político en otros puntos del país, y que cogieron a la mayoría -incluidos dirigentes políticos, medios de comunicación y ciudadanos convocados a las urnas- con los deberes sin hacer.

Lo que, en principio, tendría que haber provocado un debate serio y riguroso (sí, podéis llamarme ingenuo) sobre la gestión de la pandemia provocada por el coronavirus y la búsqueda de soluciones a sus consecuencias devastadoras en el ámbito social, económico y, principalmente, sanitario, derivó en una agria disputa sobre quién se erigía en garante de la democracia y de la libertad frente al fascismo y al comunismo, con constantes alusiones a los nazis, a los campos de concentración, a Stalin y al guerracivilismo. Sin duda, un debate espurio, alejado de la realidad y provocado por nuestras cabezas pensantes para ocultar sus miserias.

Por suerte, desde 1978 vivimos en un sistema constitucional en el que todas las ideologías pueden ser defendidas dentro de los límites del cumplimiento de la ley, por lo que nadie ni ninguna formación política tienen derecho a apropiarse de los términos democracia y libertad, ya que son patrimonio de todos los ciudadanos, por lo que también es cierto que todos tenemos la obligación de conocer y exigir el cumplimiento del artículo 1.1 (¡por algo será el 1!) de nuestra Constitución.

Pero no es tarea fácil, porque defender la democracia y la libertad implica respetar al que no piensa como nosotros. Y en este asunto nuestra clase política nos da ejemplo, día sí y día también, sobre cómo no se debe actuar. Por eso es mejor que hagamos como Mafalda en la viñeta que ilustra este post, porque proclamando el sí a la democracia y el sí a la libertad nos estamos garantizando un sí a la vida, que a fin de cuentas es el bien más preciado que tenemos.

La hostelería tiene que ser parte de la solución

Cuando empecé a trabajar, hace ya unos añitos, tenía un jefe que siempre decía que España era un país que tenía «mucha legislación y poca inspección», lo que favorecía que los más avispados siempre le diesen una vuelta más al columpio y se las ingeniasen para incumplir las leyes. Venía a defender que hubiese menos normativa, menos farragosa y con unas disposiciones sancionadoras coercitivas, que las diferentes administraciones no se pisasen sus competencias, y al mismo tiempo unos servicios de inspección ágiles y con los medios suficientes para poder realizar su función inspectora y denunciar a los infractores.

También tuve un profesor en la Facultad de Derecho en Santiago que el primer día de clase nos enseñó lo que era el principio de igualdad, y se me quedó grabado. Decía que, erróneamente, muchos pensaban que el principio de igualdad era tratar a todo el mundo igual. Y no es así y nos lo explicó. Según su razonamiento, el principio de igualdad se basaba en tratar por igual situaciones iguales. Sensu contrario, si tratas por igual situaciones desiguales, generas desigualdad. Esto, que puede parecer una perogrullada, es la base de todo.

Y ahora después de esta chapa que os he atizado a modo de introducción, voy al grano. ¿Por qué tiene que cerrar TODA la hostelería para controlar el coronavirus? Volviendo al comienzo de mi argumentario, por la falta de una normativa clara y de obligado cumplimiento, como establecimiento de franjas horarias, obligación del uso de mascarillas, control de aforos y distancias de seguridad, manipulación de alimentos, lavado de manos, controles sanitarios al personal, obligación de pagos por medios electrónicos, cartas en código QR… todo lo que haga falta para garantizar la seguridad de trabajadores y clientes. A partir de ahí, que funcionen las inspecciones, y sin paños calientes, tanto para hosteleros resabiados como para usuarios irresponsables.

Al que haya que denunciar que se le denuncie, al que haya que sancionar que se le sancione y al que haya que clausurarle el local que se le clausure, ¿pero por qué se ordena el cierre de TODOS? ¿Cómo medida preventiva? ¿Es justo tratar igual al que cumple como al que no? ¿Dificultades o incapacidad para controlar?

No sé vosotros, pero yo me he sentido más seguro en muchos bares tomando el aperitivo que haciendo la compra diaria, o en las rebajas en un centro comercial, o utilizando el transporte público. Además, ningún sector tiene que cargar con la incompetencia de las administraciones. Y el de la hostelería menos, por toda la actividad económica que genera a su alrededor y por todo lo que nos da a los que, como se dice en términos coloquiales, estamos al otro lado de la barra.

Y acabo. Este post no ha sido más que un pequeño desahogo para expresar mi opinión ante este debate y una forma de expresar mi apoyo a tantos hosteleros de mi ciudad, muchos de ellos buenos amigos, que llevan toda su vida trabajando duro, creando empleo y que no se merecen este trato.

 

#7 Cinco lecturas recomendables

En estos días en los que podemos llegar a estar sobresaturados de información, os dejo el enlace con cinco textos que he leído y que los comparto porque me han parecido muy interesantes. Y no todo tiene porque ser política…

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La última cruzada del rey Diego, por Enric González en El País Semanal.

Sánchez y el tonto del ‘bot’, por José Alejandro Vara en Vozpopuli.

Los neologismos que nos ha traído la pandemia, por Lola Pons en Verne.

¿Por qué Sánchez imita mal a Churchill con el coronavirus?, por Carlos Prieto en El Confidencial.

Repensar la universidad en cuarentena, por José Luis Oriuela en Medium.

 

Mercado Ecológico: Del productor a tu casa

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El Mercado Ecológico y de Proximidad, que organiza el Concello de A Coruña en el Campo de la Leña cada primer y tercer domingo de mes, quiere aportar su grano de arena para superar el confinamiento durante la pandemia del Covid 19, generando un espacio en las redes sociales del mismo, donde clientes y productores puedan mantener el contacto y hacer sus compras de productos ecológicos.

Desde la producción del mercado, la empresa de comunicación Oceano Azul, se pondrá en contacto a los productores con sus clientes. Son más de 20 productores los que se han unido a esta iniciativa, que surge con la intención de apoyar al pequeño obrador en esta situación de cierre de espacios.

La venta será directa entre ellos, bien por vías online o por teléfono con servicio a domicilio. Los productores garantizan sus medidas de control de higiene.

Huerta, envasados, quesos artesanos, delicatessen o pan, son algunos de los productos que se podrán seguir consumiendo durante esta situación de alarma, con garantía de calidad.

El #MercadoECOCoruñaOnLine estará activo durante la situación de alarma que prohíbe la celebración de mercados en la calle.

Más información en www.mercadoecoloxico.com

En Twitter: @MercadoCoruna