Zarpazo y sorpasso

urnasReflexiones unas horas después de conocerse el resultado de las elecciones generales celebradas el 26 de junio:

Victoria del PP y zarpazo de Rajoy. Ni los populares más optimistas soñaban con conseguir 137 escaños – 14 más que en diciembre -; pero en seis meses Mariano recuperó parte de los votos fugados a Ciudadanos y movilizó a desencantados que se había quedado sentados en el sofá en las anteriores elecciones. Ante estos resultados, ¿quién le dice a Rajoy que tiene que irse a su casa? Ahora su obligación será tender puentes y llegar a acuerdos.

El soldado Sánchez salva un math-ball y consigue que el PSOE resista la embestida por la izquierda, pero su nuevo mínimo histórico tendría que provocar una refundación del partido. De momento le salva que los malos resultados en Andalucía mantendrán a Susana Díaz más allá de Despeñaperros. Y habrá que ver el papel que juegan los barones y el comité federal a la hora de calibrar la estrategia ante este nuevo panorama.

Desencanto en la filas de Unidos Podemos, donde Iglesias todavía se está rascando la cabeza pensando cómo puede ser que 5 más 1 sean cuatro y pico. Porque, ¿dónde están los votos de IU? Puede que sea algo tan sencillo como que eran votos de comunistas que han huido de la extraña opción de un chavismo disfrazado de la señorita Pepis. Papelón de Garzón, convertido en el sepulturero de unas siglas históricas.

Ciudadanos descubrió que tenía un techo y que muchos de sus votos se los había dado para que ejerciese como vigilante de los populares y no para andar flirteando con un batiburrillo de siglas. Con esta bajada en sus previsiones no está en condiciones de poner vetos ni de marcar líneas rojas y mucho menos de exigir cabezas. Rivera deberá optar entre ser un partido de amplias miras decisivo para la gobernabilidad o en echarse al monte.

En resumen, y tras dejar de lado lo que pudo haber sido y no fue, de echarle la culpa al empedrado o en justificarnos en que si la abuela fuma, las opciones para formar gobierno y evitar el bochorno de unas terceras elecciones serían dos: una gran coalición entre las fuerzas constitucionalistas (PP + PSOE + Ciudadanos) o un acuerdo entre PP y Ciudadanos, con la abstención del PSOE en la investidura, con acuerdos puntuales con PNV y CC. En cualquiera de los dos casos, el pacto podría estar supeditado a una legislatura corta, reformista y de amplios acuerdos de estado.

Por cierto, después de 40 años de democracia y tras haber pasado en numerosas ocasiones por las urnas, me sigue sorprendiendo que el votante español se sigue agarrando a la máxima: “Coño, ¡pero qué bien voto yo y qué mal lo hace el resto” cuando no ganan los nuestros… Curiosa forma de entender la democracia.

 

¿Estos dos nos van a sacar del lío?

rajoy y sánchezNi al mejor guionista de películas de supense se le hubiese ocurrido en sus mejores sueños un guión para un película comparable al resultado que nos dejaron las urnas el 20-D. Intriga, misterio, emoción, rencillas, traiciones, moribundos… Y mientras unos quieren que todo siga igual para que nadie cambie, otros pretenden tomar el cielo por asalto justos de efectivos.

Al final, la salida de este embrollo la tienen un indecente y un ruin, mequino y miserable. Perdón, para no meterme en ningún jaleíto, recuerdo que esas perlas no son de mi cosecha, sino que son las lindezas que se dedicaron en directo a la cara nuestros dos protagonistas ante más de nueve millones de testigos.

Pero nada como la política para hacer extraños compañeros de cama, porque ya sabemos que en ocasiones como ésta nuestro políticos se mantienen fieles al dicho de perro no come carne de perro, o al más castizo entre bomberos no nos pisamos la manguera.

 

 

Colleja a Kant

rajoy en cope

Todavía no ha comenzado la campaña electoral – por favor, intentad leerlo sin reíros «todavía no ha comenzado la campaña electoral» – y ya tenemos a nuestros políticos hasta en la sopa. Desde luego se podría decir que España es un país que vive en permanente campaña electoral, y que en el tiempo libre que tienen entre ir a un mitín, a un programa de televisión, a radiar un partido de fútbol o a debatir con tertulianos, algunos de nuestros políticos intentan gobernar mientras otros hacen oposición.

El debate político de esta semana se resume en que el presidente del gobierno, mientras le da una colleja a su hijo, opina que Bale es más peligroso que Pablo Iglesias; en que Pedro Sánchez hace unos zumitos muy ricos mientras sonríe como si estuviese protagonizando un anuncio de dentífricos; y que Albert Rivera y Pablo Iglesias conocen a Kant de oídas, como la mayoría de los ciudadanos. Perdón, me refiero a la mayoría de ciudadanos ‘no tertulianos’, porque los tertulianos sí que se han leído las obras completas de Kant. Y ya no digamos los tuiteros, que además se las han leído… pero en alemán.

Pues mi resumen de estos días de apasionante debate político-chufletero es que todos tienen mucho de Kant… pero de KANT-AMAÑAS.