Todavía no ha comenzado la campaña electoral – por favor, intentad leerlo sin reíros «todavía no ha comenzado la campaña electoral» – y ya tenemos a nuestros políticos hasta en la sopa. Desde luego se podría decir que España es un país que vive en permanente campaña electoral, y que en el tiempo libre que tienen entre ir a un mitín, a un programa de televisión, a radiar un partido de fútbol o a debatir con tertulianos, algunos de nuestros políticos intentan gobernar mientras otros hacen oposición.
El debate político de esta semana se resume en que el presidente del gobierno, mientras le da una colleja a su hijo, opina que Bale es más peligroso que Pablo Iglesias; en que Pedro Sánchez hace unos zumitos muy ricos mientras sonríe como si estuviese protagonizando un anuncio de dentífricos; y que Albert Rivera y Pablo Iglesias conocen a Kant de oídas, como la mayoría de los ciudadanos. Perdón, me refiero a la mayoría de ciudadanos ‘no tertulianos’, porque los tertulianos sí que se han leído las obras completas de Kant. Y ya no digamos los tuiteros, que además se las han leído… pero en alemán.
Pues mi resumen de estos días de apasionante debate político-chufletero es que todos tienen mucho de Kant… pero de KANT-AMAÑAS.