A principios del siglo XIX, el escritor y periodista Mariano José de Larra publicó uno de sus más famosos artículos, en el cual, bajo el título de Vuelva usted mañana, se despachaba a gusto contra las prácticas de la Administración de la época. En dicho artículo, relataba la experiencia de un ciudadano francés que vino a España a hacer unas gestiones para invertir capital en negocios españoles; tras una interminable sucesión de errores, trabas administrativas y procedimientos farragosos, unido a la desidia de los funcionarios, lo que pensaba que iba a tardar 10 días en resolver se convirtieron en una pesadilla que duró más de seis meses; con el agravante de que, al final, tuvo que desistir y volverse a su país sin conseguir el objetivo pretendido.
Ha pasado mucho tiempo y la situación ha cambiado radicalmente. Hoy en día, la Administración Pública española está formada por funcionarios preparados, profesionales y expertos en las materias que desempeñan. También la implantación de nuevos sistemas informáticos ha agilizado las gestiones administrativas, pudiendo realizarse muchas de ellas sin necesidad de personarse el interesado. En este campo, la Agencia Tributaria y la Seguridad Social han estado a la cabeza de los avances en las relaciones vía internet con los particulares.
De todas formas, hace años la Agencia Tributaria implantó un servicio de consulta telefónica para cuestiones relacionadas con la situación de las declaraciones sobre la renta, y sucedió lo siguiente: el interesado llamaba a un número gratuito en el que un contestador automático le solicitaba que, a través del teclado del teléfono, se identificase con su nif y marcase qué tipo de consulta deseaba realizar. La respuesta era siempre la misma: se está tramitando.
Ante esto, un periodista desconfiado llamó a dicho número con un nif inventado para preguntar sobre un inexistente trámite y, para su asombro, la contestación fue la misma: se está tramitando. El asunto acabó en las páginas de los periódicos y la Agencia Tributaria tuvo que pedir disculpas, amparándose, como no podía ser de otra forma, en el socorrido error informático.
En la década de los noventa fue muy comentada por los pasillos de San Caetano, sede del gobierno autónomo gallego, la anécdota protagonizada por un conselleiro (ferrolano y amante del baloncesto) cuando se dirigió a un miembro de su personal directivo, para interesarse por un expediente. La respuesta, aunque les cueste creerlo, fue el consabido “se está tramitando”. El conselleiro en cuestión, hombre vehemente, se puso hecho un basilisco y, tras soltar algún que otro exabrupto, exigió que de inmediato le informasen sobre qué trámites habían concluido, cuales se estaban realizando en esos momentos, y cuales estaban pendientes y en qué plazo esperaban resolverlos.
Esperemos que, dentro de poco tiempo, estas dos muletillas administrativas no sean más que un lejano recuerdo que nos provoque una sonrisa, y que ello sea debido a que las Administraciones Públicas han seguido evolucionado, renovándose y adaptándose cada vez más a las necesidades de los ciudadanos.
Por cierto, no me pongan en el brete de que les diga cuando publicaré mi próximo artículo… ya se imaginan la respuesta: ¡se está tramitando!