Como conté en mi último post publicado el pasado día 8 de diciembre titulado … Y otro “partido del siglo”, el sábado estuve en el Estadio Santiago Bernabeu presenciando el Real Madrid-Barça, invitado por mi querido hijo Alex, un reconocido culé, “igualiño que el difuntiño de seu pai”, tal y como diríamos en Galicia.
Después de tener la suerte de disfrutar en directo del mejor partido de fútbol que se puede presenciar hoy en día en todo el mundo, nos pasamos varias horas analizando lo que habíamos vivido, dando buena cuenta de una botella de ron, gracias, ¡cómo no!, a varias dosis de condoscubitos.
Como no tengo intención de engañar a mis lectores, confieso abiertamente que los dos somos muy culés, pero queremos trasmitirles las conclusiones a las que hemos llegado, basándonos únicamente en la experiencia que tuvimos dentro del estadio.
El ambiente era el de la grandes ocasiones: gradas llenas a reventar, ni un asiento libre, profusión de banderas blancas, mosaico que reproducía el escudo merengue al saltar los jugadores al campo… No faltaron ni el Nessum Dorma ni el himno del Madrí interpretado por el gran Plácido Domingo.
El público estuvo muy animado desde el principio, y más en cuanto a los 23 segundos de partido su equipo ya se había adelantado en el marcador. En la zona en la que nos encontrábamos había más aficionados blaugranas que nosotros, y la grada estuvo muy respetuosa, salvo la acción aislada de algún energúmeno (energúmena en este caso) de los que, por desgracia, pululan todas las semanas por nuestros campos. Es más, quiero destacar que vi el partido al lado de un aficionado merengue, que lucía una gran bufanda de su club, y con el tuve ocasión de departir amistosamente sobre fútbol durante los noventa minutos, despidiéndonos con un fuerte apretón de manos.
Sobre el campo se dieron cita los mejores futbolistas del mundo: al lado de Messi y de C. Ronaldo, estaban prácticamente todos los componentes de la selección española, actual campeona de Europa y del mundo, y otras estrellas del fútbol mundial, como Alves, Özil y Benzemá. Muy pocos jugadores de otros equipos tendrían ocasión de formar parte de este espectáculo (quizás Drogba, Van Persie, Silva, Rooney o Neymar).
El partido fue intenso desde el comienzo, con un Real Madrid que salió en tromba, presionando muy arriba y que, tras conseguir el primer tanto muy pronto, tuvo el control del partido durante los primeros veinte minutos. A partir de ese momento, el equipo de Guardiola empezó a tocar y fue consiguiendo imponer su estilo, hasta lograr el tanto del empate. Así se llegaba al descanso, con unas tablas que, visto lo visto hasta ese momento, hacían justicia en el marcador.
En la segunda parte el equipo azulgrana se hizo con la posesión del balón, y empezó a acosar la portería de Casillas, logrando ponerse por delante en el marcador tras una jugada con cierta dosis de fortuna. En ese momento, lo que más nos sorprendió fue que el Bernabeu tardó en reaccionar, como si sintiesen que la remontada era muy complicada. Tras unos minutos en los que los blancos pudieron lograr el empate, el Barça dio el golpe definitivo con una gran jugada colectiva que supuso el tercer gol. Tras ese mazazo, un silencio sepulcral se apoderó del estadio, con lo que estaba claro que eran los jugadores quienes tenían que levantar el partido, ya que los espectadores se quedaron desconcertados. Desde ahí y hasta el final, lo más destacado fueron las espectaculares jugadas de Iniesta, aplaudidas deportivamente por todo el público, incluida la ovación final con la que le premiaron cuando fue sustituido.
En directo, nos sorprendieron dos detalles: la frialdad con la que fueron recibidos los cambios ordenados por Mourinho, acompañados por algún silbido, y el runrún en tono crítico dirigido a C. Ronaldo cada vez que intentaba alguna jugada y no le salía.
También escuchamos comentarios referidos a los fichajes que ambos clubes realizaron este verano: así mientras se destacaba que las dos novedades blaugranas, Cesc y Alexis, realizaron un buen partido y los dos consiguieron marcar, se criticaba que, de los cinco fichajes merengues, solo jugó Coentrao, un jugador que costó más de 30 millones de euros y que, a mayores, fue alineado fuera de su posición natural.
En resumen, vivir un Madrid-Barça en directo es uno de los mejores espectáculos a los que se puede asistir, y que tenemos la suerte de poder disfrutarlo en nuestra liga; así es que desde Condoscubitos les recomendamos encarecidamente que, si tiene ocasión, no la dejen pasar de largo.