Hace un par de meses publiqué un post titulado ‘Cuando se quiere se puede’, contando un caso concreto para demostrar que cuando las administraciones locales quieren sí que son capaces de mejorar la calidad de vida de los vecinos en su día a día. Insisto en que me estoy refiriendo a la labor de las administraciones locales y, principalmente, a los ayuntamientos de pequeñas poblaciones.
Como durante el verano he tenido mi blog bastante abandonado, se me pasó contaros otros dos casos que demuestran mi teoría, y que me parece justo comentar, ya que no todo va a ser criticar.
Paso el verano con mi familia en una localidad situada a 20 minutos de La Coruña. Este año al instalarnos comprobamos que un punto de luz colocado por el ayuntamiento y que da un buen servicio a nuestra casa estaba fundido. Está situado en una zona por la que no pasa prácticamente nadie, porque lo que en el consistorio no podían conocer esta incidencia. Se lo comunicamos al servicio municipal de mantenimiento y, no recuerdo si fue ese mismo día o al día siguiente, repararon la avería. Vamos, que cuando se quiere se puede.
También el pasado año el mismo ayuntamiento realizó una importante obra en infraestructuras, como fue construir aceras desde diversas parroquias hasta la entrada en el pueblo, con lo que se podía ir caminando tranquilamente sin peligro. A principios de este verano varios tramos de dichas aceras estaban invadidos por la maleza, por lo que dejaron de cumplir su función. La noticia salió en la prensa y en pocos días el ayuntamiento desbrozó y las adecentó. Vamos, que cuando se quiere se puede.
En resumen, lo que tenemos que exigirle a las administraciones locales es que se preocupen de solucionar los pequeños problemas diarios – la iluminación, la recogida de las basuras, la seguridad en las carreteras secundarias, el desbroce y la limpieza de los caminos… -, ya que con su solución se consigue que los vecinos tengamos una vida más agradable.