Ciao, signore Dalla

El mes de marzo comienza con la triste notica del fallecimiento del cantautor italiano Lucio Dalla (Bolonia, 1943), mientras se encontraba en la localidad suiza de Montreux haciendo una parada en medio de una gira.

En un país como Italia, cuna de grandes cantantes, Dalla ocupaba un lugar de privilegio dentro del panorama musical, ya que en su larga carrera de más de 50 años consiguió innumerables éxitos. Fue un artista especial, único y transgresor, y también hizo de la provocación una de sus señas de identidad. Las letras de sus canciones pasan con pasmosa facilidad de utilizar un lenguaje erudito a usar una lengua cotidiana y, en ocasiones, vulgar. También era capaz de alternar textos en apariencia simples, con otros en los que desbordaba compromiso social, estando la ironía presente en todos ellos.

En los últimos años, aplacados los excesos propios de la edad, cambió su estilo sorprendente y original por otro más previsible y más pausado, pero no exento de calidad, como lo demuestran la cantidad de buenas canciones que compuso.

Cantautor atípico, ha sido sin duda uno de los artistas y compositores más grandes de Italia. En mi opinión, él y Franco Battiato fueron dos auténticos rompedores que se pusieron el mundo por montera y que jamás se plegaron a ningún tipo de convencionalismo ni social ni artístico.

Lucio Dalla se murió en plena gira por Suiza, es decir, haciendo lo que más le gustaba. Solía decir que tenía que divertirse siempre y que la mejor forma de conseguirlo era encima de un escenario. Su otra pasión fue el mar, al que canta en muchas ocasiones.

Como curiosidad hay que destacar que es el autor de un gran número de canciones muy conocidas, aunque de muchas de ellas el gran público desconoce su autoría. Un ejemplo es su célebre tema Caruso, popularizado por el mismísimo Pavarotti.

Despidamos a Lucio Dalla como se merece: copa condoscubitos, luz tenue, buena compañía, volumen alto… y a disfrutar de un artista inigualable.