Dos de mis grandes aficiones son correr y leer, y durante los últimos meses he tenido la suerte de que, casualmente, han caído en mis manos dos libros que hablan sobre correr, aunque no tienen nada que ver entre ellos.
El primero se titula De qué hablo cuando hablo de correr (Tusquets Editores, 2010) del escritor japonés Haruki Murakami (Kioto, 1949). En el año 1982 Murakami, que hasta ese momento se había dedicado a los más variados oficios, tomó la decisión de dedicarse en exclusiva a la literatura y, al mismo tiempo, comenzó a correr, completando al año siguiente su primer maratón.
Después de treinta años, y tras una extensa producción literaria y de haber participado en un gran número de carreras en diversas ciudades del mundo, el autor reflexiona en este libro sobre la influencia que el deporte ha tenido en su vida, tanto en el aspecto personal como en el profesional. Gran aficionado a la música, el lector también podrá encontrar a través de 270 apasionantes páginas recomendaciones musicales tan dispares como Rolling Stones, Carla Thomas, Lovin’ Spoonful, Otis Redding o Eric Clapton.
Este libro es de lectura obligada para todos aquellos que salimos a correr simplemente por el placer que se experimenta acumulando kilómetros en las piernas, y que en muchas ocasiones nos hemos encontrado ante sensaciones o situaciones similares a las que nos relata el autor.
Como dice Murakami en un párrafo de su novela “prepararte para un maratón y correrlo es como escribir una novela y publicarla: llegar a la meta, no importa el tiempo que tardes en recorrerla”.
El segundo libro se titula simplemente Correr (Editorial Anagrama, 2010). En él, el escritor francés Jean Echenoz (Orange, 1947) nos relata la vida de Emil Zátopek, atleta checo y, probablemente, el mejor fondista de la historia. Entre los méritos del conocido como “la locomotora humana”, destaca su participación en los Juegos Olímpicos de Helsinki en el año 1952, en los que logró las medallas de oro en los 5.000 metros, 10.000 metros y maratón, resultados que ningún otro atleta ha sido capaz de conseguir.
Para Zátopek, convertido en un icono del régimen comunista soviético, correr era lo que le daba sentido a su vida, aunque al mismo tiempo se la arruinó. Dicho régimen, temeroso de que el atleta decidiese escapar aprovechando las numerosas invitaciones que recibía para competir en Europa Occidental y en Estados Unidos, llegó a limitar sus desplazamientos e, incluso, a manipular sus declaraciones.
En solo 140 páginas, Echenoz, considerado como “la mayor esperanza de las letras francesas”, es capaz de condensar treinta años de la historia de Europa a través de la vida de Zátopek. La novela arranca en el año 1938 con la invasión nazi y finaliza con la primavera de Praga de 1968.
Al mismo tiempo que les recomiendo la lectura de estas dos pequeñas obras de arte, les animo a que se pongan unas zapatillas y, sea la hora que sea y haga el día que haga, salgan a correr… aunque ahora alguno no se lo crea, me lo acabarán agradeciendo.