Me sorprende que sorprenda que Pedro Sánchez quiera ser presidente del gobierno a cualquier precio, cuando en la misma noche de las pasadas elecciones municipales y autonómicas ya demostró que le daba lo mismo pactar con Juana o con su hermana, siempre que ninguna de las dos fuesen militantes del PP.
Y menuda risa me entra cuando hablo sobre ‘pactar’. En dichas elecciones celebradas en el mes de mayo, el líder del socialismo español – por cierto, ni Pdr Snchz podía llegar a más ni el partido socialista a menos – regaló esa misma noche tras el recuento de la última papeleta gobiernos municipales y autonómicos a quien, con su ayuda, sumase simplemente más votos que los populares. Ni pactos, ni programas electorales, ni interés general, ni farrapos de gaitas…
Por eso es gracioso que alguien se sorprenda de que ahora repita esa táctica, y que esté loco por ser presidente del gobierno con el apoyo del comunismo más trasnochado, del independentismo más rancio y de todo aquel que le ceda sus votos aunque sea a cambio de comerle las entrañas. Puede que bajándose los pantalones por los tobillos Pedro Sánchez consiga ser presidente de España… aunque para ello realmente acaben gobernando los que aspiran a cargársela.
¿Candidatos queriendo ser presidentes a cualquier precio? No puede ser verdad.
Es lo que tiene tener líderes políticos que no ven más allá de la punta de sus pies y que se rigen por el lema de los mediocres de «pan para hoy, hambre para mañana».