Pues nada, que ya tenemos las corporaciones municipales formadas y preparadas para empezar a trabajar. En esos primeros días nos tienen entretenidos con que si uno va en bicicleta, la otra en metro y el de más allá ‘a patas’, todo ello salpicado con algún cese-dimisión en tiempo récord, revisión de tuits y de otros diversos desparrames vertidos en redes sociales, y el planteamiento de alguna propuesta que todavía no está claro si será catalogada como ocurrencia o, directamente, como mamarrachada.
Muchos ayuntamientos se han formado después de negociar pactos y, en algunos casos, partos. Como siempre, cada uno ha apelado a que «hemos interpretado el resultado de las urnas y el mandato de la ciudadanía» con el único criterio de pactar según por donde sople el viento. Y por eso en más de un caso nos han deleitado con auténticas exhibiciones de funambulismo.
Los partidos emergentes se han repartido poltronas y concejalías al más puro estilo de la vieja casta, mientras los partidos clásicos – o caducos – se lamen las heridas incapaces de realizar la más mínima autocrítica para entender porque han perdido millones de votos. Lo que resulta más curioso es que ya hay quien está planteando apuestas sobre en qué localidad se producirá la primera moción de censura.
Para terminar, dos reflexiones: la primera, pronunciada por el alcalde de mi ciudad que apeló al sentidiño, porque ojalá que tanto él como todos sus colegas lo tengan presente a la hora de gobernar. La segunda se la copio a Pep Guardiola cuando dijo «lo pasaremos bien», porque se avecina una época de cambios ‘tanto en los fondos como en las formas’ que va a dar mucho juego.
Y sí, ya sé lo que estáis pensando: el título y la foto de este post no los he elegido por casualidad 😉